El 24 de marzo de 1976 se concretó la pérdida de derechos de los habitantes de nuestro país, este proceso se había iniciado mucho antes, y se plasmó de manera definitiva con el derrocamiento de un gobierno electo democráticamente.
La cúpula militar no inició este proceso en soledad, lo hizo con la complicidad de los sectores concentrados del poder económico, de la iglesia y todos aquellos grupos que sólo querían un país con derechos para unos pocos. El terrorismo de Estado fue el camino para desaparecer, encarcelar, asesinar, condenar al exilio y apropiarse de los hijos de todos aquellos que soñaban con otro país, con una sociedad más justa y democrática.
La República Argentina fue un país más de la América Latina doliente, que sufrió dictaduras cívico-militares eclesiásticas. Uruguay, Brasil, Chile entre otros fueron víctimas de un plan orquestado por Estados Unidos con sus socios de América del Sur.
Los militares no sólo iniciaron un plan sistemático de persecución y aniquilamiento físico y psicológico, sino que también reestructuraron el rumbo económico nacional. Un cambio económico que trajo como principal consecuencia, la competencia desleal que productores nacionales comenzaron a sufrir ante la apertura deliberada hacia los productos importados, lo que se tradujo en una creciente desindustrialización, desempleo y recesión económica y que además endeudo al país y antes de su retiro estatizo las deudas de esos mismos empresarios sumiéndonos en una grave crisis económica
En este contexto, para 1982 las consecuencias negativas del plan económico impulsado por la dictadura comenzaron a visibilizarse, lo que provocó que, para marzo de ese año, distintos sectores sindicales encabezados por la CGT Brasil (Confederación General del Trabajo) convocaran a una manifestación que se encuadraba en el lema: «PAZ, PAN Y TRABAJO». El mismo generó la concentración de un gran número de trabajadores y trabajadoras que manifestaron su hartazgo por la situación económica y las violaciones a los derechos humanos. El gobierno reprimió violentamente al pueblo dejando como saldos trabajadores gravemente heridos y una gran cantidad de detenidos.
Días después, el 2 de abril de 1982 las Fuerzas Armadas desembarcaron en Malvinas por órdenes del presidente de facto Leopoldo Galtieri y Jorge Anaya, Jefe de la Armada, posiblemente con la equivocada idea de contar con el apoyo de Estados Unidos y además lograr una adhesión popular que les permitiera perpetuarse en el poder.
Los medios de comunicación fueron claros cómplices del gobierno de facto enunciando grandes portadas con frases que exacerbaron a la población. Esta misma población, es la que apoyo a nuestros soldados, de los cuales un 70% eran conscriptos, jóvenes que venían de distintos lugares del país y tenían entre 18 y 20 años y se encontraban comenzando y concluyendo el servicio militar obligatorio.
En favor de estos jóvenes fue que se organizaron grandes campañas para recolectar ropa, alimentos y cartas. Quizás nunca olvidemos los relatos de que cuentan cómo tantos y tantas adolescentes tejían cuadrados de lana para armar grandes cobijas para proteger a nuestros soldados. Hoy sabemos que ninguna de ellas llegó a destino.
Desde AMSAFE a 42 años de la Guerra de Malvinas seguimos construyendo memoria: MALVINAS ARGENTINAS, SIEMPRE!
“POR SIEMPRE SERÁN HÉROES, POR SIEMPRE NUESTROS HÉROES DE MALVINAS».