Agustina en su dolor.
Hace tres años dijimos como grito colectivo y multitudinario: ni una menos, vivas nos queremos. Sin embargo seguimos estos años contando las cifras de femicidios sin la menor señal de que estemos en el camino de su reducción, ni hablar de soñar con la utopía del fin de estas muertes de proximidad, en casi todos los casos por personas conocidas, tan injustas y evitables.
Por el contrario nos anoticiamos de estos decesos en un contexto donde quiere ganar el desaliento. Que parece pretender que debemos agregar la muerte de Agostina a una cifra más para el arranque de este 2019. Decimos no, nos negamos a comentar su asesinato con el sonido monótono de la repetición, queremos que se escuche con toda la indignación que nos provoca.
Mucho hemos debatido del tema como sociedad. Miles de mujeres nos hemos movilizado en el país y hemos puesto en cuestión una cultura patriarcal de desigualdad y violencia contra las mujeres, lesbianas, travestis y trans.
Todavía seguimos esperando y vamos a seguir exigiendo al Estado políticas que sean verdaderamente más eficaces, desde la prevención, la atención y la sanción de la violencia. Que cumplan plenamente la legislación vigente en la Argentina, no como reacción durante los días que estos hechos están en los medios, sino con la permanencia de una política pública integral y sostenida en el tiempo.
Nos abrazamos una vez más en el grito, que es duelo compartido, para decir basta de violencia, basta de femicidio, basta.